Desde los años 70s la compañía japonesa Roland Corporation se caracterizó por adentrarse en el mundo de la música con sus tecnologías a la hora de desarrollar instrumentos musicales fuera de serie. Sin embargo, fue en 1981 cuando el ingeniero en jefe de la empresa Tadao Kikumoto diseñó una máquina capaz de imitar el sonido de un bajo que revolucionaria la industria de una forma bastante particular.
Aunque la TB-303 no logró su cometido inicial y su producción incluso se detuvo en 1984 debido a su falta de realismo, músicos a lo largo del mundo quedaron fascinados con su sonido completamente nuevo, emocionante y maleable, por lo que eventualmente dejaron de interesarse por su similitud con el bajo y comenzaron a enfocarse en las nuevas posibilidades que les podría generar. Se popularizó a tal punto que llegó a los productores de Chicago, donde surgía el nacimiento de un género derivado del disco: el house.
La innovación que ofrecía este sintetizador era algo nunca antes visto para la época, ya que le permitía al usuario estar en control de su proceso creativo, manejando desde las transiciones entre una nota y otra, hasta el poder utilizar un método «simple» de pasos-tiempo para incorporar datos de notas en el secuenciador programable de 16 pasos.
Según The Guardian esta invención de Kikumoto es uno de los 50 eventos claves en la historia de la música dance pues se considera que definió el sonido base de este género. No obstante, ni Tadao ni Roland se detuvieron allí, ya que con la creación de las drum machines TR-808 y TR-909 su legado dentro de la música contemporánea se consolidó por completo.